Desde el 6 de junio hasta el 6 de septiembre, se puede visitar en el distrito artístico de Pekín 798 la exposición de Ai Weiwei (Pekín, 1957). Una muestra única por dos razones: es la primera exhibición individual del artista en su país de origen; en segundo lugar, porque el espectador puede admirar la ardua tarea del montaje de un templo entre dos galerias.
El artista Ai Weiwei 艾未未 junto con el comisario Cui Cancan 催灿灿, han conseguido captar la atención y la curiosidad de los amantes del arte de la capital china, emplazando un templo de la dinastía Ming entre las galerías colindantes Tang Contemporary Art y la Galería Continua. El templo ancestral de la familia Wang, dividido por la pared que separa las dos galerías, es la pieza principal de esta ambiciosa muestra que recurre a uno de los temas más explorados por el artista: la contemplación de la tradición china en un nuevo contexto.
En esta ocasión, Ai Weiwei desnuda la arquitectura tradicional china para explorarla y revisarla. Sugerente y hermoso, este templo de larga historia fue retirado durante la Revolución Cultural y desmontado en más de 1500 piezas que hoy han sido reconstruidas entre estos dos espacios. La peculiaridad de su arquitectura reside en la estructura de columnas y vigas de madera que levantan el templo independiente de sus paredes, una técnica muy utilizada en la antigüedad que entronca con la cultura y la filosofía china.
En la entrevista realizada por el comisario de la exposición a Ai Weiwei le pregunta si ha alterado o no la estructura original del edificio. El artista responde « este templo ha pasado por muchos cambios, pero ninguno de ellos en mis manos » y continúa, « no le estoy dando un nuevo contexto. Hay un nuevo contexto porque el templo existe. La obra no se reduce a la construcción en sí, ésta fue creada en función de una combinación de sucesos durante un tiempo concreto. Si no fuera por estos diferentes periodos y circunstancias, no estaría interesado en este templo. Ahora, yo trato de darle un nuevo estado, una nueva circunstancia ».
Además del templo, que una vez protagonizó sacrificios, cultos y ceremonias de la familia Wang, se exhiben en las dos salas objetos cotidianos como cerámica, farolillos rojos y recursos audiovisuales que documentan el pasado del edificio. A pesar de que la estructura está intacta algunos detalles en cerámica han sido incorporados a la estructura arquitectónica.
Resulta cuanto menos “curiosa” la capacidad para generar ingresos de la exposición, en la que se pueden comprar pósters de la exhibición con título « Ai Weiwei » firmados por el artista por el precio de 20.000 yuanes, alrededor de 2.870 euros. Hay quienes consideran a Ai Weiwei un artista. Otros le encuadran en el mundo de la publicidad. A menudo se le conoce como la voz disidente de China. Sin duda, hablamos de una de las personalidades más relevantes y más internacionales de China y uno de los artistas más activos de la actualidad. No es de extrañar que la ansiada exhibición reuniera en la inauguración a más de tres mil personas, de acuerdo con los datos de la galería Tang Contemporary Art.
Esta exposición dota de un nuevo contexto a ambos, al templo y al artista. Ai Weiwei, en su entrevista con Cui Cancan 催灿灿, habló de este nuevo estado y de lo que significa para él hacer una exposición en China y afirmó « este proyecto acompasa mi identidad, experiencia, conocimiento y el hecho de que soy y no soy un artista ».